ESPECIAL VIAJE
Cada día son más las personas que cogen un avión para viajar.
Según los cardiólogos, la popularización de este transporte ha traído también consigo el aumento de la patología conocida como el síndrome de la clase turista o trombosis del viajero.
Consiste en la aparición de síntomas derivados de sufrir una trombosis venosa, habitualmente en los miembros inferiores.
Aunque el síndrome puede darse en trenes, autobuses o coches, suele ser más habitual en los aviones debido a la disminución relativa de la presión barométrica y a la baja humedad dentro del aparato.
Sus efectos suelen aparecer durante el viaje o inmediatamente después, pero también se pueden manifestarse semanas más tarde.
Si el viaje es prolongado (superior a las 5 horas, sin posibilidad de levantarse), la acumulación en las venas de las piernas puede provocar la formación de un coágulo.
Según explica la Fundación Española del Corazón (FEC), una vez que se forma este coágulo puede liberarse a la circulación y provocar una embolia pulmonar, que se manifiesta habitualmente en forma de dificultades respiratorias, taquicardia, dolores en el pecho y, en algunos casos, pérdida de conocimiento.
En pacientes de alto riesgo puede tener una incidencia de entre el 3 y el 5% y, en caso de riesgo bajo o moderado, sólo alcanza un 1%.
Los factores de riesgo principales son:
el poco espacio existente en los aviones para mover las piernas, sobrepeso, hipertensión, antecedentes cardíacos, tratamientos con estrógenos o anticonceptivos orales, edad avanzada, padecer de enfermedades de coagulación, traumatismo o cirugía reciente o consumir alcohol y tabaco.
La probabilidad de trombosis se puede reducir tomando las apropiadas medidas de prevención.
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